La muestra "Matisse: En busca de la verdadera pintura" acercará al Museo Metropolitano de Arte hasta el 17 de marzo de 2013 una selección de 49 lienzos del pintor fauvista, procedentes de museos franceses o daneses, que ejemplifican su exhaustivo sistema de trabajo, en el que retocaba y reformulaba sus cuadros hasta la extenuación.
En sus inicios se dedicó a pintar parejas de cuadros, como dos bodegones. El francés continuó con su exploración creativa retratando a un lugareño adolescente con los vívidos colores que fueron insignia del movimiento fauvista en "Joven marinero I".
En los años siguientes, Matisse pintó sendas versiones de un trío de desnudos a tamaño natural encuadrados en un paisaje marítimo. "El lujo I" y "El lujo II" mientras que en 1914 hizo varias obras en las que plasmó las vistas de la catedral de Notre-Dame, de las que disfrutaba desde su estudio de París.
En la etapa final de su carrera, un septuagenario Matisse recuperó el tema recurrente en su iconografía de las escenas de interior, en las que se permitió abrazar el color hasta las últimas consecuencias.
Con estas pinturas, que se exhibieron sin marco, para que el público se viera envuelto por el puro e intenso color del artista, Matisse culminó una trayectoria hecha a base de un perfeccionismo y una búsqueda de la verdad en pintura que permitieron decir al crítico Clement Greenberg 1949 que este "maestro no puede evitar pintar bien en la misma medida que no puede evitar respirar".
Pilar Soler
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