Corría el año 1936, cuando un grupo de anarquistas de la Sección Ferroviaria de Linares de la CNT entraron en la Capilla del Salvador de Úbeda (Jaén) y dejándose llevar por el anticlericalismo que se había desatado en los albores de la Guerra Civil, quemaron y destruyeron todos aquellos símbolos religiosos que encontraron en su camino, sin respetar ni siquiera un retablo de Berruguete (fue arrancado y quemado) y una escultura de Miguel Ángel que representaba a San Juan Bautista niño (fue destrozada en 17 pedazos). La obra de juventud del artista fue donada por el duque de Florencia, Cosme I de Medici, a Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos V, quien la envió a España y la incluyó en su sepulcro personal en Úbeda.
En 1994 los 17 fragmentos viajaron hasta Florencia, donde el Opificio delle Pietre Dure aceptó el difícil reto de restaurar la obra y fragmento a fragmento fueron uniendo con plexiglás y resina al pequeño Miguel Ángel, al que muchos ya llaman el “antecesor del David”. Finalmente, se limpiaron los fragmentos originales con láser, dejando a San Juanito lo más parecido a las 17 fotografías de las que se extrajo información para su reconstrucción.
Tras la delicada y compleja intervención, realizada con la última tecnología de reconstrucción volumétrica láser 3D, y después de su exhibición en Florencia y Venecia, Il San Giovannino di Úbeda regresa a España y visitará el Museo del Prado antes de su traslado definitivo a su lugar de origen en Úbeda.
Pablo Edo
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