miércoles, 10 de febrero de 2016

El gran ojo de Calatrava

La profunda herida que se abrió en el bajo Manhattan tras el derrumbe de las Torres Gemelas está muy cerca de cicatrizar. En escasamente un mes empezara a abrirse al público el componente principal de la estación que en el World Trade Centre conectará una decena de líneas de la red de metro que tejen la ciudad de Nueva York con los trenes de cercanías que cruzan el río Hudson hacia Nueva Jersey. Es el proyecto más importante del arquitecto español Santiago Calatrava y se espera que esté plenamente operativo para el verano.
Los neoyorquinos llevan años viendo el esqueleto de acero que se alza a los pies de los rascacielos que emergieron en la zona cero. Unos imaginan que es una gigantesca escultura con forma de dinosaurio. Otros dicen que se parece más a una planta carnívora, con la presa dentro. Nada de eso. El Oculus que se abre a dos plantas de profundidad en el granito es un espacio lleno de luz incluso en un día plomizo. Está pensado y diseñado para ser una plaza urbana bajo tierra.
El vestíbulo es más alto que la imponente sala principal de Grand Centre, el edificio favorito del arquitecto. Tiene 160 metros en el punto más alto y 330 metros de largo. La idea de Calatrava era crear un lugar que te hace sentir bien al llegar a la ciudad. Desde el momento en el que te bajas del tren, el espacio te invita a ir buscando la luz para salir a la calle.
Chechu León

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