Desde ayer The National Gallery reúne 50 obras maestras del pintor renacentista Veronés, uno de los pintores “venecianos” que más destacó junto a sus coetáneos Tiziano y Tintoretto. En sus obras se pueden observar la opulenta paleta de colores, tan propios de la ciudad de Venecia y que parece salirse del cuadro, así como la representación de melodramas bíblicos (“La conversión de San Antonio”, “La boda mística de Catalina”…) y mitológicos en sus lienzos.
Veronés recurrió también al sentido del humor para abordar un tema tan universal como lo es el amor, como ocurre en las cuatro “Alegorías del amor”.
En el «Respeto», el dios Cupido impide que un hombre, presuntamente casado, se acerque a una mujer que duerme desnuda. En la «Unión feliz», un matrimonio comparte castamente una rama de olivo. Pero el amor implica también, según Veronés, «Infidelidad», que representa con una mujer abrazada a un hombre mientras pasa un mensaje en un papel a otro. Y «Desprecio», una actitud que Cupido castiga en un mal marido a base de golpes con su pequeño arco. No se sabe qué representan exactamente, ni quién realizó el encargo al pintor.
Este conjunto de cuatro lienzos perteneció primero a la colección del duque Felipe de Orléans, y, después, pasó por a manos del emperador del Sacro Imperio y de la Reina Cristina de Suecia.
Otro aspecto que hace todavía más atractiva la exposición es que las “Alegorías del amor” comparten sala, por primera vez desde que fueron vendidas a la National Gallery, con “Marte y Venus unidos por el amor”. Esta obra, prestada por el Metropolitan de Nueva York, viene a representarnos la idea del haz el amor y no la guerra. Además la sala incluye una versión más cómica de este último lienzo en la que el caballo de Marte sorprende a la pareja en la cama.
Cabe destacar también que cuarenta de las cincuenta obras expuestas han sido prestadas por otros países, entre las cuales destaca una en especial, “El Martirio de San Jorge”. Se trata de la primera vez que dicha obra es cedida por la Iglesia en la que habitualmente se encuentra, aunque ya viajó a través de las manos de Napoleón, quién se lo llevó como motín de guerra.
En este último lienzo, al igual que en la mayoría de la obra de Veronés, se puede observar la teatralidad en las escenas, la sensación de bienestar y calidez y, en muchas de ellas, el típico desnudo femenino delicado y sensual que los artistas venecianos introdujeron.Podemos encontrar también algún retrato, como la “Bella Nanni”, de este magnífico maestro veneciano del que tanto se fijaron los artistas más notables de etapas posteriores.
Alfonso González Féliz de Vargas
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